(n. 1985, Buenos Aires)
Diseñadora y artista textil. Desde 2014 dirige DACAL, un colectivo de artistas LGBTQ+ que desarrollan proyectos culturales y educativos sostenibles y participativos. Investiga, crea series de prendas y comparte su método de reciclaje de sastrería en talleres y seminarios. Formada en Diseño de Indumentaria (UBA) y Recreación y Tiempo Libre (ISTLYR), amplió su recorrido con referentes como Delia Cancela, Javier Arroyuelo y Vicki Otero.
Su trabajo fue seleccionado en 2024 por la Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid y premiada en el bootcamp DAE de British Council y Fundación Bunge y Born, también en ese año por FEDEX. Fue residente en la Residencia Internacional de Can Serrat, Catalunya, y becada por el Ministerio de Cultura de la Nación y el Fondo Nacional de las Artes. Con su marca DACAL obtuvo el Sello de Buen Diseño en 2021 y 2023.
Flor dacal
OBRAS DE FLOR DACAL
[DISPONIBLE] La manta - Casimir de lana y retazos de gamuza - 33x27 cm - 2025
Recuperamos pasado,
vestimos presente,
colaboramos por un futuro.
Esta es una forma
de excavar
lo invisible
intenta darle cuerpo
a lo que se sintió
y quedó flotando.
Busco en la arena
algo
que no me dejaron conservar.
Ofrezco amuletos protectores, guías visuales, obras que espero se lean como un conjuro de intimidades múltiples.
[DISPONIBLE] Amuletos - Esculturas textiles - Hilo de poliéster. Relleno de mijo, lavanda, eucalipto y retazos textiles de lana, seda,algún y poliéster - 2025
Busqué un momento en que la casa estaba vacía, tal vez breve, durante la mañana, cuando mi mamá salía a comprar algunas cosas para el almuerzo y mi hermano estaba en clases de guitarra. Llevé el oso blanco a un rincón del patio donde nunca daba el sol, lo llevé dentro de una bolsa de supermercado para que pasara desapercibido si en el camino entre mi habitación y el patio me cruzaba con alguien. Las tijeras debo haberlas agarrado del cuarto de costura. Todo fue rápido: el peluche no era de buena calidad, cedió enseguida ante las tijeras, calzadas en el pliegue del cuello. El vellón salió brumoso, multiplicado por el contacto con el exterior; una parte se cayó al piso, junté los restos y metí todo en la bolsa. Detrás del tapial todavía está el baldío, uno muy grande, en la mitad de la manzana, la atraviesa por el medio y sus dos frentes dan a calles paralelas; está habitado por un perro que se va renovando cada determinados años, un perro siempre atado a una cadena conectada con un alambre que recorre buena parte del terreno. No estoy segura de que el perro haya llegado hasta donde tiré la bolsa, aunque me gusta creer que sí, que destrozó la bolsa para llegar al vellón y se lo comió de un saque, también parte del peluche, para dejarlo irreconocible; alguien pudo haber pensado que era un retazo de toalla, de alguna campera de bebé, parte de un ajuar, alguien debió haber visto esos restos.
-Carolina Rack, Las fórmulas.